lunes, 20 de mayo de 2013

50 Sombras de Grey - Cap: 14


Capítulo 14
Christian está de pie sobre mí, empuñando una fusta de cuero trenzado. Lleva
un Levi’s viejo, descolorido y rasgado, nada más. Toquetea la fusta poco a
poco en la palma de su mano mientras me mira. Sonríe, triunfante. No me
puedo mover. Estoy desnuda y encadenada, despatarrada en una gran cama con dosel.
Estirándose hacia adelante, arrastra la punta de la fusta desde la frente hacia abajo por
la longitud de mi nariz, por lo que puedo oler el cuero y sentirlo sobre mis labios
abiertos y jadeantes. Empuja la punta en mi boca para que pueda degustar el suave y
lujoso cuero.
—Chupa —me ordena con su suave voz. Mi boca se cierra sobre la punta mientras
obedezco.
—Basta —dice bruscamente.

Estoy jadeando una vez más cuando él tira la fusta de mi boca y la arrastra por mi
barbilla y mi cuello. Él se gira y luego, poco a poco, continúa arrastrando la punta por
mi cuerpo, a lo largo de mi esternón, entre mis pechos, por encima de mi torso hasta el
ombligo. Estoy jadeando, retorciéndome, tirando en contra de mis esposas que cortan
mis muñecas y mis tobillos. Gira la punta alrededor de mi ombligo, luego continúa
arrastrando la punta por mi vello púbico y hasta mi clítoris. Toquetea la fusta, golpea
mi punto dulce con una bofetada y me vengo, gloriosamente, gritando mi liberación.

De repente, me despierto, sin aliento, cubierta de sudor y sintiendo las secuelas de mi
orgasmo. Santo infierno. Estoy totalmente desorientada. ¿Qué demonios ha pasado?
Estoy en mi cuarto sola. ¿Cómo? ¿Por qué? Me siento de golpe, sorprendida... wow. Es
por la mañana. Echo un vistazo a mi reloj de alarma: las ocho de la mañana. Pongo mi
cabeza en mis manos. No sabía que pudiera soñar con sexo. ¿Fue algo que comí? Tal
vez las ostras y mi investigación en Internet manifiestándose en mi primer sueño
húmedo. Es desconcertante. No tenía idea de que podía llegar al orgasmo en mi sueño.
Kate está saltando alrededor de la cocina cuando entro tambaleándome.
—Ana, ¿estás bien? Te ves rara. ¿La chaqueta que llevas puesta es de Cristian?
—Estoy bien. —Maldita sea, debería haberme mirado en el espejo. Evito sus
penetrantes ojos verdes. Todavía estoy recuperándome de mi evento matutino—. Sí,
esta es la chaqueta de Christian.
Ella frunce el ceño.
—¿Has dormido?
—No muy bien.
Me dirijo a la tetera. Tengo que tomar té.
—¿Cómo estuvo la cena?
Así que comienza.
—Comimos ostras. Seguidas por bacalao, así que diría que hubo bastante pescado.
—Uf... odio las ostras y no quiero saber sobre la comida. ¿Cómo era Christian? ¿De
qué hablaron?
—Era atento. —Me detengo.
¿Qué puedo decir? Su estatus de VIH es claro, está muy metido en juegos de roles,
quiere que obedezca todas sus órdenes, lastimó a alguien a quién ató al techo de su
habitación y quería tener sexo en el comedor privado. ¿Sería eso un buen resumen?
Trato desesperadamente de recordar algo de mi encuentro con Christian que pueda
hablar con Kate.
—No aprueba a Wanda
—¿Quién lo hace, Ana? Esa es noticia vieja. ¿Por qué eres tan tímida? Ríndete, novia.
—Oh, Kate, hablamos de muchas cosas. Ya sabes: lo quisquilloso que es con la
comida. Casualmente le gustaba tu vestido. —El agua ha hervido así que me hago un
poco de té—. ¿Quieres tomar té? ¿Quieres que escuche el discurso de hoy?
—Sí, por favor. Trabajé en él anoche en la casa de Lilah. Voy a ir a buscarlo. Y sí, me
encantaría tomar un té. —Kate corre fuera de la cocina.
Uf, Katherine Kavanagh desviada. Corto una rebanada de pan y la pongo en la
tostadora. Me sonrojo recordando mi sueño tan vívido. ¿Qué diablos fue eso?
Ayer por la noche me costó conciliar el sueño. Mi cabeza era un hervidero de diversas
opciones. Estoy muy confundida. La idea de Christian de una relación se parece más a
una oferta de trabajo. Se ha fijado una hora, una descripción del trabajo y un procedimiento conciliatorio bastante duro. No es como preveía mi primer amor; pero
por supuesto, Cristian no hace el amor. Si yo le digo que quiero más, puede decir que
no... y podría poner en peligro lo que él ha ofrecido. Y esto es lo que más me preocupa
porque yo no quiero perderlo. Pero no estoy segura de tener la valentía para ser su
sumisa... en el fondo, son las palmadas y los látigos lo que me disuaden. Soy una
cobarde física y recorreré un largo camino para evitar el dolor. Pienso en mi sueño...
¿es así como será? Mi diosa interior salta hacia arriba y hacia abajo con pompones de
porristas gritándome que sí.

Kate vuelve a la cocina con su computadora portátil. Me concentro en mi bagel y
escucho con paciencia mientras ejecuta su discurso de despedida.
Estoy vestida y lista para cuando llega Ray. Abro la puerta principal y él está de pie en
el porche en su desproporcionado traje. Una oleada de calor, gratitud y amor por este
sencillo hombre raya a través de mí y lanzo mis brazos a su alrededor en una
exhibición inusual de cariño. Se ha quedado desconcertado, aturdido.
—Oye, Annie, me alegro de verte a ti también —dice entre dientes mientras me
abraza. Ajustando mi espalda, sus manos sobre mis hombros, me mira de arriba abajo
con el ceño fruncido—. ¿Estás bien, niña?
—Por supuesto, papá, ¿no puede una niña estar complacida de ver a su viejo? —Él
sonríe, sus ojos oscuros se arrugan en las esquinas y me sigue a la sala de estar—. Te
ves bien —dice.
—Este es el vestido de Kate. —Miro el vestido gris de gasa y espalda descubierta.
Frunce el ceño.
—¿Dónde está Kate?
—Se ha ido a la escuela. Va a dar un discurso, por lo que tiene que estar más
temprano.
—¿Deberíamos ir?
—Papá, tenemos media hora. ¿Quieres un té? Y puedes decirme cómo están todos en
Montesano. ¿Cómo estuvo el viaje?
Ray lleva su auto a través del estacionamiento del campus y seguimos a la corriente de
humanidad punteada con omnipresentes togas negras y rojas dirigiéndose hacia el
salón de deportes.
—Buena suerte, Annie. Pareces muy nerviosa, ¿tienes que hacer algo?
Mierda... ¿por qué ha elegido hoy para ser tan observador?
—No, papá. Es un gran día. —Y voy a verlo.
—Sí, mi niña ha conseguido un título. Estoy orgulloso de ti, Annie.
—Oh... gracias Ray. —Amo a este hombre.

El auditorio está lleno de gente. Ray ha ido a sentarse con los otros padres de familia y
admiradores en los bancos inclinados, mientras yo hago mi camino hacia mi asiento.
Estoy usando mi toga negra, mi capucha y me siento protegida por ellas, anónima. No
hay nadie en el escenario todavía, pero me parece que no puede calmar mis nervios.
Mi corazón late con fuerza y mi respiración es lenta. Él está aquí, en algún lugar. Me
pregunto si Kate está hablando con él, quizá interrogándolo. Me dirijo a mi asiento
entre los compañeros cuyos apellidos comienzan con S. Estoy en la segunda fila,
proporcionándome aún más anonimato. Miro detrás de mí y ubico a Ray sentado en
lo alto de las gradas. Lo saludo. Él tímidamente me da un medio saludo de regreso.
Me siento y espero.
El auditorio se llena rápidamente y el zumbido de las voces excitadas se hace más y
más fuerte. Las filas de asientos delanteras se llenan. Estoy sentada entre dos de otras
facultades a las que no conozco. Obviamente ellas son amigas cercanas y hablan con
excitación a través de mí.

A las once en punto, el rector aparece desde atrás del escenario, seguido por los tres
vicerrectores y luego los profesores adjuntos, todos ataviados con sus vestiduras negras
y rojas. Nos levantamos y aplaudimos a nuestro personal docente. Algunos profesores
asienten y saludan, otros lucen aburridos. El profesor Collins, mi tutor y mi profesor
favorito, parece que se acaba de caer de la cama, como de costumbre. Los últimos en
el escenario son Kate y Christian. Christian se destaca con su traje a medida gris,
reflejos cobre brillando en su cabello bajo las luces del auditorio. Se ve tan serio y
autónomo. Cuando se sienta, desabrocha su chaqueta y vislumbro la corbata. Mierda...
¡esa corbata! Me froto las muñecas reflexivamente. No puedo quitar mis ojos de él —su
belleza distrae tanto como siempre— y está usando la corbata a propósito, sin duda.
Puedo sentir mi boca presionarse en una línea dura. El público se sienta y cesan los
aplausos.
—¡Míralo! —Una de las chicas a mi lado suspira con entusiasmo en dirección a su
amiga.
—Es tan ardiente.
Me pongo rígida. Estoy segura de que no hablan del Profesor Collins.
—Debe ser Christian Grey.
—¿Estará soltero?
Me irrito.
—Creo que no —murmuro.
—Oh. —Ambas chicas me miran con sorpresa.
—Creo que es gay —cuchicheo.
—Qué lástima. —Una de las chicas profiere un gimoteo.

Cuando el rector se pone de pie y da inicio al evento con su discurso, veo a Christian
escaneando sutilmente la sala. Me hundo en el asiento, encorvándome, intentando
pasar desapercibida. Fallo miserablemente cuando, un segundo más tarde, sus ojos
grises se encuentran con los míos. Se me queda mirando, su rostro es impasible,
completamente inescrutable. Me retuerzo incómoda, hipnotizada por su mirada y
siento el rubor propagarse por mi rostro. Al instante, recuerdo el sueño de esta mañana
y los músculos de mi vientre se contraen deliciosamente. Tomo una fuerte inhalación.
Puedo ver la sombra de una sonrisa cruzar sus labios, pero es efímera. Brevemente
cierra los ojos, los vuelve abrir y es entonces cuando recobra su expresión indiferente.

Tras una rápida mirada al rector, se queda mirando hacia el frente centrándose en el
emblema de la WSU que cuelga sobre la entrada. No vuelve a mirarme. El rector
continúa en el micrófono con su monótono discurso y Christian sigue sin mirarme,
simplemente se queda mirando hacia el frente.
¿Por qué no me mira? ¿Quizá haya cambiado de opinión? Una ola de inquietud se
apodera de mí. Tal vez la salida de ayer por la noche fue también el fin para él. Se
cansó de esperar a que tomara una decisión. Ay no, podría haberlo echado a perder
por completo. Recuerdo entonces su correo electrónico de ayer por la noche. Quizá
está enfadado por no haberle contestado.

De repente, la sala estalla en aplausos cuando la señorita Katherine Kavanagh se
apodera del escenario. El rector se sienta y Kate lanza su hermosa y larga cabellera
hacia atrás mientras coloca sus notas sobre el podio. Se toma su tiempo sin dejarse
intimidar por el millar de personas boquiabiertos frente a ella. Sonríe cuando está lista,
mira hacia la cautivada multitud y pone en marcha su elocuente discurso. Se la ve tan
serena y graciosa, las chicas a mi lado estallan al instante de hacer su primera broma.
Oh Katherine Kavanagh, tú sí que puedes ofrecer un buen discurso. Me siento tan orgullosa de
ella en ese momento, mis errantes pensamientos de Christian son dejados de lado. A
pesar de haber escuchado su discurso con anterioridad, presto con atención. Ella dirige
la sala y envuelve al público en la palma de su mano.

Su tema es “Y después de la Universidad, ¿qué?” Pues, en efecto. Christian observa a
Kate, sus cejas arqueadas en... sorpresa, creo. Sí, podría haber sido Kate quién lo
entrevistara. Y también podría haber sido Kate a quién ahora le estuviera haciendo sus
propuestas indecentes. La hermosa Kate y el hermoso Christian juntos. Yo podría ser
como las dos chicas sentadas a mi lado, admirándolo a la distancia. Sé que Kate no le
habría dado ni la hora. ¿Cómo era que lo había llamado el otro día? “Espeluznante”.
La idea de una confrontación entre Kate y Christian me hace sentir incómoda. Tengo
que decir que no sabría a cuál de ellos apostarle.

Kate termina su discurso con una floritura y de forma espontánea todos se ponen de
pie, aplaudiendo y vitoreando, su primera gran ovación. La vitoreo y le sonrío
radiantemente y ella me sonríe en respuesta de oreja a oreja. Buen trabajo, Kate. Se
sienta y el público hace lo mismo. Entonces, el rector se levanta y presenta a
Christian… santa mierda. Christian va a dar un discurso. El rector aborda brevemente
sus logros: Gerente General de su propia compañía de extraordinario éxito, un hombre
auténtico…
—Y también un importante benefactor para nuestra Universidad, por favor, démosle la
bienvenida al señor Christian Grey.
El rector le da un fuerte apretón de manos a Christian y entonces, comienza una
oleada de aplausos de cortesía. Tengo el corazón en la garganta. Se acerca al podio y
estudia la sala. Se le ve tan confiado allí de pie frente a todos nosotros, tal como lo hizo
Kate antes de él. Las dos chicas a mi lado se inclinan embelesadas hacia adelante. De
hecho, creo que la mayoría de la audiencia femenina también se acerca un centímetro
más hacia adelante, al igual que unos pocos hombres. Es entonces cuando comienza,
su voz es suave, medida e hipnotizante.
—Estoy profundamente agradecido y también conmovido por el gran halago que me
han concedido hoy las autoridades de la WSU. Se me ofrece una rara oportunidad
para hablar de la impresionante labor del departamento de ciencias del medio
ambiente aquí en la universidad. Nuestro objetivo es desarrollar métodos agrícolas
viables y ecológicamente sustentables para los países tercermundistas, nuestro objetivo
final es ayudar a erradicar el hambre y la pobreza en todo el mundo. Más de un billón
de personas, principalmente en la África Subsahariana, Asia Meridional y América
Latina, viven en pobreza extrema. La agricultura disfuncional es la moneda corriente
en estas partes del mundo, lo cual termina por resultar en destrucción ecológica y
social. He experimentado de primera mano el hambre. Este es un viaje muy personal
para mí…
Mi mandíbula cae al suelo. ¿Qué? Christian pasó hambre alguna vez. Mierda, eso
explica muchísimas cosas. Recuerdo entonces la entrevista, él realmente quiere
alimentar al mundo. Me devano los sesos con desesperación intentando recordar lo
qué Kate había escrito en el artículo. Adoptado a los cuatro años, creo. No puedo
imaginar a Grace haciéndolo pasar hambre, así que debe haber sido antes de esa
época. Trago con fuerza, mi corazón se encoge ante la idea de un niño pequeño de
ojos grises hambriento. Oh, no. ¿Qué clase de vida tuvo antes de que lo acogieran y
rescataran los Grey?
Me siento presa de un crudo sentimiento de indignación por el pobre, filantrópico,
ligeramente jodido de la cabeza y algo pervertidillo Christian... aunque estoy segura de
que no se vería a si mismo de esta manera y repelería además cualquier pensamiento
de compasión o simpatía. Abruptamente, todo el mundo se pone de pie y estalla en
aplausos. Los sigo aunque no he escuchado ni la mitad de su discurso. Hace todas
estas buenas obras, dirige su enorme empresa y me persigue, todo al mismo tiempo. Es
abrumador. Recuerdo las breves conversaciones que ha tenido acerca de Darfur… todo
encaja. Comida.
Sonríe brevemente ante el caluroso aplauso, incluso Kate está aplaudiendo, para luego
volver a su asiento. No mira hacia donde estoy. Mientras tanto, sigo trastornada
intentando asimilar esta nueva información acerca de él.

Uno de los vicerrectores se levanta y comienza el largo y tedioso proceso de
recolección de nuestros títulos. Hay alrededor de unos cuatrocientos para ser
entregados, transcurre más de una hora antes de escuchar mi nombre. Me abro paso
hasta el escenario entre dos chicas que ríen tontamente. Christian me da una mirada, la
que es cálida pero cauta
—Felicidades, señorita Steele —dice y estrecha mi mano, apretándola suavemente.
Siento la chispa de su piel contra la mía—. ¿Tienes algún problema con el ordenador?
Frunzo el ceño en cuanto me da el título.
—No.
—Entonces, ¿estás haciendo caso omiso de mis mensajes?
—Sólo vi el de la unión y las adquisiciones.
Me mira con curiosidad.
—Más tarde —dice y me tengo que mover porque estoy causando demora en la línea.
Vuelvo a mi asiento. ¿Mensajes? Debe haber enviado otro. ¿Qué decía?
La ceremonia se toma otra hora para concluir. Es interminable. Por último, el rector
llama a los miembros del profesorado para un aplauso aún más entusiasta, precedido
por Christian y Kate. Christian no me mira, aun cuando deseo que lo haga. Mi diosa
interna no está contenta.

Mientras permanezco de pie a la espera de que nuestra hilera se disperse, Kate me
llama. Se abre paso desde detrás del escenario hacia dónde estoy.
—Christian quiere hablarte —grita. Las dos chicas que estaban a mi lado, ahora de pie,
se dan la vuelta y me miran boquiabiertas.
—Me envió para acá —continúa.
Oh…
—Tu discurso fue increíble, Kate.
—Lo fue, ¿no? —Sonríe—. ¿Vienes? Puede ser muy insistente. —Pone sus ojos en
blanco y yo sonrío.
—No tienes idea. No puedo dejar a Ray por mucho tiempo. —Miro hacia Ray y
levanto mis dedos indicando cinco minutos. Él asiente, diciendo que está bien y sigo a
Kate dentro del corredor detrás del escenario. Christian está hablando con el rector y
dos profesores. Levanta la vista cuando me ve.
—Permítanme, caballeros. —Lo escucho murmurar. Viene hacia mí y le sonríe
brevemente a Kate.
—Gracias —dice y antes de que pueda responderle, sujeta mi codo y me conduce
dentro de lo que parece un camarín de hombres. Revisa que esté vacío y luego asegura
la puerta.
Santa mierda, ¿qué tiene en mente? Pestañeo mientras se da vuelta hacia mí.
—¿Por qué no me has enviado un correo electrónico? ¿O respondido mis mensajes? —
Me fulmina con la mirada. Estoy perpleja.
—Hoy no he revisado ni mi computador ni mi teléfono. —Mierda, ¿había estado
intentando llamar? Utilizo mi técnica de distracción que es tan efectiva con Kate—.
Fue un gran discurso.
—Gracias.
—Explica tus problemas conmigo sobre la comida.
Desliza una mano por su cabello, exasperado.
—Anastasia, no quiero ir allí en este momento. —Cierra sus ojos, luciendo
adolorido—. He estado preocupado por ti.
—Preocupado, ¿por qué?
—Porque te fuiste a casa en esa trampa mortal que llamas coche.
—¿Qué? No es una trampa mortal. Está bien. José lo revisa regularmente para mí.
—José, ¿el fotógrafo? —Los ojos de Christian se entrecierran, su cara se congela. Oh
mierda.
—Si, el Beetle solía pertenecer a su madre.
—Si y probablemente a su madre y su madre antes de ella. No es seguro.
—Lo he manejado por casi tres años. Siento que te preocuparas. ¿Por qué no llamaste?
—Por Dios, está exagerando.
Respira profundamente.
—Anastasia, necesito una respuesta. Esta espera me está volviendo loco.
—Christian, yo… mira, dejé a mi padrastro solo.
—Mañana. Quiero una respuesta mañana.
—Bien. Mañana te la daré. —Pestañeo.
Se aleja, contemplándome fríamente y sus hombros se relajan.
—¿Te quedas por una copa? —pregunta.
—No sé lo que Ray quiere hacer.
—¿Tu padrastro? Me gustaría conocerlo.
Oh no… ¿por qué?
—No estoy segura de que sea una buena idea.
Christian le quita el seguro a la puerta, su boca en una severa línea.
—¿Estás avergonzada de mi?
—¡No! —Es mi turno de sonar exasperada—. ¿Presentarte a mi papa como qué? “Este
es el hombre que me desvirgó y quiere que comencemos una relación BDSM.” No
estás usando zapatos para correr


Christian me observa y luego sus labios se curvan en una sonrisa. A pesar del hecho de
que estoy enojada con él, mi rostro responde, contra mi voluntad, con una sonrisa.
—Sólo para que sepas, puedo correr bastante rápido. Sólo dile que soy tu amigo,
Anastasia.
Él abre la puerta y salgo. Mi mente está dando vueltas. El rector, los tres vice-rectores,
cuatro profesores y Kate me miran fijamente cuando camino apresuradamente a su
lado. Santa mierda. Dejando a Christian con el profesorado, voy a buscar a Ray.
Dile que soy tu amigo. Amigo con beneficios, mi subconsciente pone mala cara. Lo sé, lo
sé. Sacudo el desagradable pensamiento fuera. ¿Cómo lo voy a presentar ante Ray? El
salón está todavía lleno, al menos hasta la mitad y Ray no se ha movido de su lugar.
Me ve, saluda con la mano y hace su camino hacia abajo.
—Oye, Annie. Felicitaciones. —Me rodea con su brazo.
—¿Te gustaría venir y tomar una copa en el encarpado?
—Seguro. Es tú día. Guíame.
—No tenemos que hacerlo si no quieres. —Por favor di que no…
—Annie, he estado sentado por dos horas y media escuchando todo tipo de parloteo.
Necesito una copa.
Rodeo su brazo con el mío y salimos lentamente con la multitud hacia la calidez del
mediodía. Pasamos la fila del fotógrafo oficial
—Oh, eso me recuerda. —Ray saca una cámara digital de su bolsillo—. Una para el
álbum, Annie. —Ruedo mis ojos mientras él saca una foto de mí.
—¿Puedo quitarme la toga y el birrete ahora? Me siento algo ñoña.
Te ves algo ñoña… mi subconsciente está en su mejor humor irritable. ¿Así que le vas a
presentar a Ray el hombre con el que estás teniendo sexo? Está observándome sobre sus
anteojos con forma de alas. Estaría tan orgulloso. Dios, a veces la odio.
El encarpado es inmenso y está abarrotado: estudiantes, padres, profesores y amigos,
todos charlando felizmente. Ray me pasa una copa de champaña o vino barato con
gas, sospecho. No está helado y es dulce. Mis pensamientos vuelven a Christian… no le
va a gustar esto.
—¡Ana! —Me doy la vuelta y Ethan Kavanagh me levanta en sus brazos. Me hace
girar alrededor sin derramar mi vino, que hazaña—. ¡Felicitaciones! —Me sonríe
radiantemente, brillantes ojos verdes

Que sorpresa. Su sucio cabello rubio alborotado luciendo sexy. Es tan hermoso como
Kate. El parecido familiar es asombroso.
—Wow, ¡Ethan! Qué lindo verte. Papá, éste es Ethan, el hermano de Kate. Ethan, este
es mi papá, Ray Steele. —Sacuden sus manos, mi papá fríamente evaluando al señor
Kavanagh.
—¿Cuándo volviste de Europa? —pregunto.
—Volví hace una semana, pero quería sorprender a mi hermanita —dice con
complicidad.
—Eso es muy dulce. —Le sonrío.
—Es Valedictorian37, no me podía perder eso. —Luce inmensamente orgulloso de su
hermana.
—Dio un discurso increíble.
—Lo hizo —coincide Ray.
Ethan tiene su brazo alrededor de mi cintura cuando levanto la mirada hacia los
glaciales ojos grises de Christian Grey. Kate está a su lado.
—Hola, Ray. —Kate besa a Ray en ambas mejillas, haciéndolo sonrojar—. ¿Conoces
al novio de Ana? Christian Grey.
Santa mierda… ¡Kate! ¡Mierda! Toda la sangre se escapa de mi rostro.
—Señor Steele, es un placer conocerlo —dice Christian con suavidad, cálidamente, sin
siquiera ruborizarse por la introducción de Kate. Extiende su mano y Ray, con todo el
crédito para él, la toma sin mostrar una insinuación de la espectacular sorpresa que le
ha dado.
Muchísimas gracias, Katherine Kavanagh, pienso echando humo. Creo que mi
subconsciente se ha desmayado.
—Señor Grey —murmura Ray, su expresión indescifrable, excepto tal vez por la ligera
ampliación de sus grandes ojos marrones. Se deslizan por mi rostro con una mirada de
cuando-ibas-a-darme-esta-noticia. Me muerdo el labio.
—Y esta es mi hermano, Ethan Kavanagh —dice Kate a Christian.
37 Valedictorian: Estudiante que da el discurso el día de su graduación, o que tiene las mejores notas.
Christian vuelve su mirada ártica sobre Ethan, quien todavía tiene un brazo a mí
alrededor.
—Señor Kavanagh.
Se dan la mano. Christian alarga la suya hacia mí.
—Ana, nena —murmura y estoy a punto de morir ante el cariño.
Me aparto del agarre de Ethan mientras Christian le sonríe con frialdad y tomo mi
lugar a su lado. Kate me sonríe. Ella sabe exactamente lo que está haciendo, ¡zorra!
—Ethan, mamá y papá querían hablar. —Kate se lleva a Ethan a rastras.
—Entonces, ¿hace cuánto tiempo se conocen? —Ray mira impasiblemente de
Christian hacia mí.
El poder de la palabra me ha abandonado. Quiero que la tierra me trague. Christian
pone su brazo a mí alrededor, rozando con su dedo pulgar mi espalda desnuda en una
caricia, antes de que su mano tome mi hombro.
—Un par de semanas más o menos ahora —dice sin problemas—. Nos conocimos
cuando Anastasia vino a entrevistarme para la revista estudiantil.
—No sabía que trabajabas en la revista estudiantil, Ana. —La voz de Ray es una
tranquila amonestación, revelando su irritación. Mierda.
—Kate estaba enferma —murmuro. Es todo lo que logro decir.
—Buen discurso el que dio, señor Grey.
—Gracias, señor. Entiendo que es un pescador entusiasta.
Ray levanta sus cejas y sonríe, una sonrisa rara, genuina y de buena fe de Ray Steele y
ahí van, hablando de pesca. De hecho, pronto me siento excediendo los requisitos.
Está persuadiendo a mi papá con su encanto... como lo hizo contigo, mi subconsciente
me contesta bruscamente. Su poder no conoce límites. Me excuso para ir y encontrar a
Kate.
Está hablando con sus padres que son encantadores y me saludan con afecto como
siempre. Intercambiamos breves palabras corteses, sobre todo acerca de sus próximas
vacaciones en Barbados y de nuestra mudanza.
—Kate, ¿cómo pudiste delatarme con Ray? —siseo a la primera oportunidad de no ser
escuchadas.
—Porque sabía que nunca lo harías y quiero ayudar con los problemas de compromiso
de Christian. —Kate me sonríe con dulzura.
Frunzo el ceño. ¡Soy yo la que no se comprometerá con él, tonta!
—Él parece muy tranquilo acerca de esto, Ana. No te preocupes. Míralo ahora,
Christian no puede apartar sus ojos de ti. —Levanto la mirada y tanto Ray como
Christian me están mirando—. Ha estado observándote como un halcón.
—Mejor voy a rescatar a Ray o a Christian. No sé a quién. ¡Aún no hemos terminado,
Katherine Kavanagh! —La miro.
—Ana, te hice un favor —grita tras de mí.
—Hola. —Les sonrío a los dos cuando regreso.
Parecen estar bien. Christian está disfrutando de una broma privada y mi papá se ve
increíblemente relajado dado que está en una situación social. ¿Qué han estado
discutiendo, aparte de los peces?
—Ana, ¿dónde están los baños?
—Vuelve a salir hasta el frente de la carpa y hacia la izquierda.
—Nos vemos en un momento. Ustedes diviértanse chicos.
Ray se dirige hacia fuera. Le echo un vistazo nerviosamente a Christian. Nos
detenemos brevemente mientras un fotógrafo toma una foto de los dos.
—Gracias, señor Grey. —El fotógrafo se escabulle fuera. Parpadeo por el flash.
—¿Así que también has cautivado a mi padre?
—¿También? —Los ojos grises de Christian arden y levanta una ceja en modo de
pregunta. Me sonrojo. Levanta su mano y traza mi mejilla con sus dedos.
—Oh, me gustaría saber qué estás pensando, Anastasia —susurra oscuramente,
ahuecando mi barbilla y levanta mi cabeza para que podamos mirarnos fijamente a los
ojos del otro.
Mi respiración se dificulta. ¿Cómo puede tener este efecto sobre mí, incluso en esta
tienda llena de gente?
—En este momento, estoy pensando que bonita corbata —suspiro.
Él se ríe.
—Recientemente se ha convertido en mi favorita.
Me sonrojo hasta volverme escarlata.
—Te ves hermosa, Anastasia, este vestido atado en el cuello te queda bien y puedo
acariciar tu espalda, sentir tu hermosa piel.
De repente, es como si estuviéramos solos en la habitación. Sólo nosotros dos, mi
cuerpo entero ha vuelto a la vida, cada terminación nerviosa cantando en voz baja, esa
electricidad tirando de mí hacia él, cargándose entre nosotros.
—Sabes que va a ser bueno, ¿verdad, cariño? —susurra. Cierro mis ojos mientras mis
entrañas se desenrollan y se funden.
—Pero quiero más —le susurro.
—¿Más? —Me mira perplejo, sus ojos oscureciéndose. Asiento con la cabeza y trago.
Ahora lo sabe.
—Más —dice una vez más en voz baja. Probando la palabra, una palabra pequeña y
simple, pero tan llena de promesas. Su pulgar traza mi labio inferior—. Quieres
corazones y flores.
Asiento otra vez. Parpadea hacia mí y veo su lucha interna desplegándose en sus ojos.
—Anastasia. —Su voz es suave—. No es algo que conozca.
—Yo tampoco.
Sonríe un poco.
—No conoces mucho —murmura.
—Tú conoces todas las cosas malas.
—¿Malas? No para mí. —Niega con su cabeza. Se ve tan sincero—. Pruébalo —
susurra. Un desafío, retándome, ladea su cabeza hacia un lado y sonríe con su sonrisa
torcida y deslumbrante.
Me quedo sin aliento y soy Eva en el Jardín del Edén, él es la serpiente y no me puedo
resistir.
—Está bien —le susurro.
—¿Qué? —Tengo toda su atención, completa. Trago.
—Está bien. Lo intentaré.
—¿Estás aceptando? —Su incredulidad es evidente.
—Sometida a los límites suaves, sí. Lo intentaré. —Mi voz es muy baja. Christian
cierra sus ojos y tira de mí en un abrazo.
—Jesús, Ana, eres tan inesperada. Me dejas sin aliento.
Retrocede y de repente, Ray ha vuelto y el volumen en la carpa se eleva gradualmente
y llena mis oídos. No estamos solos. Mierda, acabo de aceptar ser su sumisa. Christian le
sonríe a Ray y sus ojos están bailando de alegría.
—Annie, ¿deberíamos ir a comer algo?
—Está bien. —Parpadeo hacia Ray, tratando de encontrar mi equilibrio. ¿Qué has
hecho? Mi subconsciente me grita. Mi diosa interior está dando volteretas hacia atrás en
una rutina digna de un gimnasta olímpico ruso.
—¿Te gustaría unírtenos, Christian? —pregunta Ray.
¡Christian! Lo miro fijamente, implorándole que no acepte. Necesito espacio para
pensar... ¿qué mierda he hecho?
—Gracias, señor Steele, pero tengo planes. Ha sido un placer conocerlo, señor.
—Igualmente —responde Ray—. Cuida de mi niña.
—Oh, tengo toda la intención de hacerlo, señor Steele.
Se estrechan la mano. Me siento enferma. Ray no tiene idea de cuánta intención tiene
Christian de cuidarme. Christian toma mi mano, la lleva a sus labios y me besa los
nudillos con ternura, sus ardientes ojos atentos a los míos.
—Hasta más tarde, señorita Steele —susurra con su voz llena de promesas.
Mi vientre se contrae ante el pensamiento... Oh Dios mío. Espera... ¿más tarde?
Ray toma mi codo y me lleva hacia la entrada de la carpa.
—Parece un joven formal. Adinerado, también. Podrías haberlo hecho mucho peor,
Annie. A pesar de eso, tuve que enterarme de él por Katherine —me regaña.
Me encojo de hombros disculpándome.
—Bueno, cualquier hombre al que le gustes y sepa pescar con mosca está bien para mí.
Santo cielo, Ray lo aprueba. Si sólo supiera.
Ray me deja en casa al anochecer.
—Llama a tu mamá —dice.
—Lo haré. Gracias por venir, papá.
—No me lo habría perdido por nada del mundo, Annie. Me haces sentir muy
orgulloso.

Oh, no. No voy a ponerme sentimental. Un enorme bulto se forma en mi garganta y lo
abrazo con fuerza. Pone sus brazos a mí alrededor, desconcertado y no puedo
evitarlo... lágrimas se juntan en mis ojos.
—Oye, Annie, cariño —canturrea Ray—. Gran día... ¿eh? ¿Quieres que entre y te haga
un poco de té?
Me río, a pesar de las lágrimas. El té siempre es la respuesta adecuada para Ray.
Recuerdo a mi madre quejándose de él, diciendo que cuando se trataba de té y
comprensión, siempre era bueno con el té, no tan bueno con la comprensión.
—No, papá, estoy bien. Ha sido tan bueno verte. Te visitaré muy pronto, una vez que
esté asentada en Seattle.
—Buena suerte con las entrevistas. Hazme saber cómo van.
—Seguro, papá.
—Te quiero, Annie.
—También te quiero, papá.
Sonríe, sus ojos marrones cálidos y brillantes y se sube de nuevo a su automóvil. Lo
despido con la mano mientras conduce hacia el anochecer y entro sin energía al
apartamento.
Lo primero que hago es revisar mi teléfono celular. Es necesario recargar la batería, así
que tengo que buscar hasta dar con el cargador y lo enchufo antes de poder revisar mis
mensajes. Cuatro llamadas perdidas, un mensaje de voz y dos mensajes de textos. Tres
llamadas perdidas de Christian... sin mensajes. Una llamada perdida de José y un
correo de voz de él deseándome lo mejor para la graduación.

Abro los mensajes de texto.
¿Llegaste bien a casa?
Llámame.
Ambos son de Christian, ¿por qué no llamó a la casa? Me dirijo a mi habitación y
enciendo la máquina.
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De: Christian Grey
Asunto: Esta noche
Fecha: 25 Mayo 2011 23:58
Para: Anastasia Steele
Espero que llegues a casa en ese coche tuyo.
Hazme saber si estás bien.
Christian Grey
Gerente General, Grey Enterprises Holdings Inc.
Por Dios... por qué está tan preocupado por mi Beetle. Me ha dado tres años de
servicio leal y José ha estado siempre disponible para darle mantenimiento por mí. El
siguiente correo electrónico de Christian, es de hoy.
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De: Christian Grey
Asunto: Límites Suaves
Fecha: 26 Mayo 2011 17:22
Para: Anastasia Steele
¿Qué puedo decir que no haya dicho ya?
Estaré encantado de hablar de estos en cualquier momento.
Te veías hermosa hoy.
Christian Grey
Gerente General, Grey Enterprises Holdings Inc.
Quiero verlo. Tecleo la respuesta.
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De: Anastasia Steele
Asunto: Límites Suaves
Fecha: 26 Mayo 2011 19:23
Para: Christian Grey
Puedo ir esta noche para hablar de ello si lo deseas.
Ana
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De: Christian Grey
Asunto: Límites Suaves
Fecha: 26 Mayo 2011 19:27
Para: Anastasia Steele
Iré yo. Hablaba en serio cuando dije que no estaba satisfecho con que condujeras ese coche.
Estaré contigo dentro de poco.
Christian Grey
Gerente General, Grey Enterprises Holdings Inc.
Mierda... va a venir, ahora. Tengo que preparar algo para él, los libros de primera
edición de Thomas Hardy todavía están en las estanterías de la sala de estar. No puedo
quedármelos. Los envuelvo en papel madera y garabateo en el envoltorio una cita
textual de Tess en el libro:
“… Acepto las condiciones, Ángel, puesto que tú sabes mejor que yo el castigo que merezco.
Sólo... sólo... ¡no lo hagas más duro de lo que pueda soportar!”

9 comentarios:

  1. owwwwwwwwwww <3 CG te amo bby

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  2. Te adoro libros de abby por proporcionarme lo capitulos de la novela mas famosa en new york y muchas partes del mundo 《《CINCUENTA SOMBRAS DE GREY》》

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  3. hay que bueno que la kate lo presento como el novio de ana jaja,porque eso de que te cojan sin ser nada que feo

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  4. Este Libro Se Pone Cada Vez Mas Emocionante.......

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  5. aww que daria por conoser un Chirstian Grey de la vida real !!!...<3

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  6. Siiiiiiii!!!! Que bueno se esta poniendo!!!

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  7. “Este es el hombre que me desvirgó y quiere que comencemos una relación BDSM.” jajajajajaajaja que detallista es esa descripción.

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  8. ay dios mio santo por fin!!!! acepto ser su sumisa

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  9. Adoro este libro gracias

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