lunes, 20 de mayo de 2013

50 Sombras de Grey - Cap: 12


Capítulo 12
or primera vez en mi vida, saldré a correr voluntariamente. Encuentro mis feos
tenis que nunca utilizo, un pantalón deportivo y una camiseta. Pongo mi pelo
en trenzas, sonrojándome ante los recuerdos que me traen y conecto mi iPod.
No puedo sentarme frente a esa maravilla de tecnología y revisar o leer más material
perturbador. Necesito consumir parte de esta excedente y enervante energía.
Francamente, siento el impulso de correr al hotel Heathman y exigirle sexo al
maniático del control. Pero son casi ocho kilómetros y no creo ser capaz de correr un
kilómetro, mucho menos ocho y por supuesto, él podría rechazarme, lo que sería más
que humillante.
Kate está caminando desde su automóvil cuando salgo por la puerta. Casi se le caen
las compras cuando me ve. Ana Steele con tenis. La saludo con la mano y no me
detengo para la Inquisición. Necesito un poco de tiempo formal a solas. Con Snow
Patrol sonando en mis oídos, me pongo en camino bajo el atardecer color ópalo y
aguamarina.
Corro por el parque. ¿Qué voy a hacer? Lo quiero, pero ¿en sus términos? No lo sé. Tal
vez debería negociar lo que quiero. Repasar ese ridículo contrato línea por línea y decir
lo que es aceptable y lo que no. Mi investigación me ha indicado que, legalmente, es
inexigible. Él debe saber eso. Me imagino que sólo establece los parámetros de la
relación. Ilustra lo que puedo esperar de él y lo que él espera de mí, mi sumisión total.
¿Estoy dispuesta a darle eso? ¿Soy siquiera capaz?
Estoy atormentada por una pregunta: ¿por qué es así? ¿Es porque fue seducido a una
edad tan temprana? No lo sé. Él sigue siendo un misterio.

Me detengo junto a un abeto grande y pongo las manos sobre mis rodillas, respirando
con dificultad, metiendo precioso aire en mis pulmones. Oh, esto se siente bien,
catártico. Puedo sentir a mi resolución endurecerse. Sí. Tengo que decirle lo que está
bien y lo que no. Tengo que enviarle un correo electrónico con mis ideas y luego
podemos discutirlas el miércoles. Tomo una profunda bocanada purificadora y troto de
vuelta al apartamento.

Kate ha estado comprando —como sólo ella sabe—, ropa para sus vacaciones en
Barbados. Principalmente bikinis y pareos a juego. Va a lucir fabulosa en todos ellos,
pero a pesar de eso, me hace sentarme y comentar mientras se prueba cada uno. Hay
muchas maneras para poder decir: luces fabulosa Kate. Ella tiene una figura curvilínea y
delgada para morirse. No lo hace a propósito, lo sé, pero arrastro mi lamentable y
sudoroso trasero vestido con una vieja camiseta, pantalones deportivos y tenis a mi
habitación, con el pretexto de empacar más cajas. ¿Podría sentirme más inadecuada?
Llevando la maravillosa tecnología gratuita conmigo, pongo la laptop sobre mi
escritorio. Le envío un correo a Christian.
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De: Anastasia Steele
Asunto: Conmocionada de la WSU
Fecha: 23 Mayo 2011 20:33
Para: Christian Grey
Bueno, he visto suficiente.
Fue un placer conocerte.
Ana
Presiono enviar, abrazándome a mí misma, riéndome de mi pequeña broma. ¿Le
resultará muy divertido? Oh, mierda… probablemente no. Christian Grey no es famoso
por su sentido del humor. Pero sé que existe, lo he experimentado. Tal vez he ido
demasiado lejos. Espero su respuesta.

Espero... y espero. Echo un vistazo a mi reloj despertador. Diez minutos han pasado.
Para distraerme de la ansiedad que florece en mi vientre, me pongo a hacer lo que le
dije a Kate que estaría haciendo, empacar mi habitación. Empiezo por abarrotar mis
libros en una caja. A las nueve, no he sabido nada. Tal vez no está en el hotel. Hago
pucheros de mal humor mientras me pongo los auriculares del iPod, escucho a Snow Patrol y me siento en mi pequeño escritorio para volver a leer el contrato y hacer mis
comentarios.
No sé por qué levanto la vista, tal vez capto un ligero movimiento por el rabillo del
ojo, no lo sé, pero cuando lo hago, él está parado en la entrada de mi habitación,
mirándome fijamente. Está usando sus pantalones de franela gris y una camisa de lino
blanco, haciendo girar pausadamente las llaves de su coche. Me quito mis auriculares y
me quedo paralizada. ¡Mierda!
—Buenas noches, Anastasia. —Su voz es fría, su expresión completamente
resguardada y difícil de leer. La capacidad de hablar me abandona. Maldita Kate por
dejarlo entrar sin previo aviso. Vagamente, soy consciente de que todavía estoy en
pantalones deportivos, sin bañarme y asquerosa y él está gloriosamente delicioso, sus
pantalones haciendo eso cuando cuelgan de sus caderas y lo que es más, está aquí, en
mi habitación.
—Sentí que tu correo electrónico justificaba una respuesta en persona —explica
secamente.
Abro la boca y luego la vuelvo a cerrar, dos veces. La broma cae sobre mí. Nunca en
este o cualquier otro universo alternativo, esperé que dejara todo y apareciera.
—¿Puedo sentarme? —pregunta, con sus ojos ahora bailando con humor, gracias a
Dios, ¿tal vez verá el lado divertido?
Asiento con la cabeza. El poder de hablar continúa esquivo. Christian Grey está sentado
en mi cama.
—Me preguntaba cómo luciría tu habitación —dice.
Echo un vistazo alrededor, trazando una ruta de escape. No, sólo están la puerta o la
ventana. Mi habitación es funcional pero acogedora, con escasos muebles de mimbre
blanco y una cama matrimonial de hierro blanco con una colcha a base de retazos, que
hizo mi madre cuando estuvo en su fase de hacer colchas al estilo popular americano.
Todo es de color azul claro y crema.
—Es muy sereno y tranquilo aquí —murmura. No por el momento... no contigo aquí.
Finalmente, mi bulbo raquídeo recuerda su propósito: respiro
—¿Cómo...?
Él me sonríe.
—Todavía estoy en el Heathman.
Ya lo sé.
—¿Te gustaría beber algo? —La cortesía prevalece sobre cualquier otra cosa que me
gustaría decir.
—No, gracias, Anastasia. —Esboza una sonrisa deslumbrante y torcida, con la cabeza
inclinada ligeramente hacia un lado.
Bueno, yo podría necesitar algo.
—Así que, ¿fue un placer conocerme?
Santo cielo, ¿está ofendido? Bajo la mirada hacia mis dedos. ¿Cómo voy a sacarme de
esto? Si le digo que era una broma, no creo que vaya a quedar impresionado.
—Pensé que responderías por correo electrónico. —Mi voz es baja y patética.
—¿Estás mordiéndote el labio inferior deliberadamente? —pregunta sombríamente.
Parpadeo hacia él, jadeante. Libero mi labio.
—No era consciente de que estaba mordiéndome el labio —murmuro.

Mi corazón late con fuerza. Puedo sentir esa atracción, esa deliciosa electricidad
precipitándose entre nosotros, llenando con estática este espacio. Está sentado tan
cerca de mí, con sus ojos color gris oscuro y ahumado, los codos apoyados sobre las
rodillas y las piernas separadas. Inclinándose hacia delante, deshace lentamente una de
mis trenzas, sus dedos liberando mi pelo. Mi respiración es superficial y no puedo
moverme. Veo hipnotizada cuando su mano se mueve hacia mi segunda trenza, tira de
la liga y deshace la trenza con sus largos y hábiles dedos.
—Así que decidiste hacer un poco de ejercicio —susurra, su voz suave y melodiosa.
Sus dedos meten suavemente el pelo detrás de mi oreja—. ¿Por qué, Anastasia? —Sus
dedos rodean mi oreja y muy suave y rítmicamente, jala mi lóbulo. Es tan sensual.
—Necesitaba tiempo para pensar —susurro. Soy como un conejo mirando las luces
delanteras de un automóvil, una polilla mirando una llama, un pájaro a una
serpiente... y él sabe exactamente lo que está haciéndome.
—¿Pensar en qué, Anastasia?
—En ti.
—¿Y decidiste que fue un placer conocerme? ¿Te refieres a conocerme en el sentido
bíblico?
Oh, mierda. Me sonrojo.
—No pensé que estuvieras familiarizado con la Biblia.
—Fui a la Escuela Dominical, Anastasia. Me enseñó mucho.
—No recuerdo haber leído sobre pinzas para pezones en la Biblia. Tal vez aprendiste a
partir de una traducción moderna.
Sus labios se arquean con un rastro de sonrisa y mis ojos son atraídos por su hermosa
boca esculpida.
—Bueno, pensé que debía venir a recordarte cuánto placer fue conocerme.
Mierda. Lo miro con la boca abierta y sus dedos se mueven de mi oreja a mi barbilla.
—¿Qué dice a eso, Señorita Steele?

Sus ojos grises arden en mí, con su desafío intrínseco en su mirada. Sus labios están
separados, está esperando, enrollado para atacar. Deseo, agudo, líquido y ardiente
arde en el fondo de mi vientre. Tomo una acción preventiva y me lanzo contra él. De
alguna manera él se mueve, no tengo ni idea de cómo y en un abrir y cerrar de ojos,
estoy en la cama sujeta debajo de él, con mis brazos extendidos y mantenidos por
encima de mi cabeza, con su mano libre agarrando mi cara y su boca encuentra la mía.
Su lengua está dentro de mi boca, reclamándome, poseyéndome y me deleito con la
fuerza que usa. Lo siento contra la longitud de mi cuerpo. Él me desea y esto le hace
cosas deliciosas y raras a mis entrañas. No a Kate en sus pequeños bikinis, no a una de
las quince, no a la malvada señora Robinson. A mí. Este hombre hermoso me desea a
mí. Mi diosa interior brilla tan resplandecientemente que podría iluminar Portland.
Deja de besarme, abro los ojos y lo encuentro mirándome.
—¿Confías en mí? —susurra.
Asiento, con los ojos muy abiertos, el corazón rebotando en mis costillas y la sangre
retumbando alrededor de mi cuerpo.
Extiende la mano y del bolsillo de su pantalones, saca su corbata de seda gris plata...
esa corbata tejida gris plata que deja pequeñas impresiones de su tejido en la piel. Se
mueve muy rápidamente, sentado a horcajadas sobre mí mientras ata mis muñecas,
pero esta vez, ata el otro extremo de la corbata a uno de los postes de mi cabecera de
hierro blanco. Tira de mi atadura, comprobando que está firme. No iré a ninguna
parte. Estoy atada, literalmente, a mi cama y estoy muy excitada.

Se desliza lejos de mí y se para al lado de la cama, mirándome, con sus ojos
oscurecidos de deseo. Su mirada es triunfante, mezclada con alivio.
—Así está mejor —murmura y esboza una sonrisa maliciosa y deliberada. Se inclina y
comienza a desatar uno de mis tenis. Oh, no... no... mis pies. No. He estado corriendo.
—No —protesto, tratando de patearlo.
Se detiene.
—Si forcejeas, ataré tus pies también. Si haces ruido, Anastasia, te amordazaré.
Guarda silencio. Katherine está probablemente afuera escuchando en este momento.
¡Amordazarme! ¡Kate! Me callo.
Me quita los zapatos y los calcetines de manera eficiente y me quita lentamente mis
pantalones. Oh, ¿qué bragas estoy usando? Me levanta, saca la colcha y mi edredón y me
pone abajo de nuevo, esta vez sobre las sábanas.
—Ahora bien. —Lame su labio inferior lentamente—. Estás mordiéndote ese labio,
Anastasia. Sabes el efecto que tiene sobre mí. —Coloca su largo dedo índice en mi
boca, una advertencia.
Oh Dios. Apenas puedo contenerme, yaciendo indefensa, viéndolo moverse con gracia
alrededor de mi habitación, es un impetuoso afrodisíaco. Lentamente, casi sin prisa, se
quita los zapatos y los calcetines, desata sus pantalones y se saca la camisa por la
cabeza.
—Creo que has visto demasiado. —Se ríe con picardía. Se sienta a horcajadas sobre mí
otra vez, levanta mi camiseta y creo que va a quitármela, pero la enrolla hasta mi
cuello, luego la levanta sobre mi cabeza para poder ver mi boca y mi nariz pero cubre
mis ojos. Y como está doblada, no puedo ver nada a través de ella.
—Mmm —susurra elogiosamente—. Esto se pone cada vez mejor. Iré a conseguir algo
de beber.

Inclinándose, me besa, sus labios tiernos contra los míos y su peso se desplaza fuera de
la cama. Oigo el chirrido silencioso de la puerta del dormitorio. Conseguir algo de
beber. ¿Dónde? ¿Aquí? ¿Portland? ¿Seattle? Me esfuerzo por escucharlo. Puedo distinguir
ruidos bajos y sé que está hablando con Kate, oh, no... está prácticamente desnudo. ¿Qué
va a decir ella? Oigo un débil estallido. ¿Qué es eso? Él regresa, la puerta suena una vez
más, sus pies andan suavemente a través del piso del dormitorio y hielo tintinea contra
cristal cuando gira en el líquido. ¿Qué tipo de bebida? Cierra la puerta y arrastra los pies quitándose los pantalones. Caen al suelo y sé que está desnudo. Se sienta a
horcajadas sobre mí de nuevo.
—¿Estás sedienta, Anastasia? —pregunta con voz burlona.
—Sí —susurro, porque mi boca está repentinamente seca. Oigo el tintineo del hielo
contra el cristal y lo baja de nuevo, se inclina y me besa, vertiendo un líquido fresco y
delicioso en mi boca cuando lo hace. Es vino blanco. Es tan inesperado, caliente,
aunque está frío y los labios de Christian están fríos.
—¿Más? —susurra.
Asiento con la cabeza. Tiene un sabor aún más divino porque ha estado en su boca. Se
inclina y tomo otro trago de sus labios... oh Dios.
—No vamos a ir demasiado lejos, sabemos que tu capacidad para el alcohol es
limitada, Anastasia.
No puedo evitarlo. Sonrío y se inclina para ofrecerme otro delicioso trago. Se mueve
para estar acostado a mi lado, con su erección contra mi cadera. Oh, lo quiero dentro de
mí.
—¿Es esto un placer? —pregunta, pero oigo el tono de su voz.
Me pongo tensa. Mueve la copa otra vez y se inclina, besándome y depositando un
pequeño trozo de hielo con un poco de vino en mi boca. Lentamente y sin prisa,
recorre el centro de mi cuerpo con besos fríos, desde la base de mi garganta, entre mis
pechos, por mi torso y hasta mi vientre. Pone un pedazo de hielo en mi ombligo en un
charco de vino fresco y frío. Eso quema todo el camino hasta el fondo de mi vientre.
Oh.
—Ahora tienes que permanecer quieta —susurra—. Si te mueves, Anastasia,
derramarás el vino por toda la cama.
Mis caderas se flexionan automáticamente.
—Oh, no. Si derrama el vino, la castigaré, señorita Steele.
Gimo y lucho desesperadamente contra el impulso de ladear mis caderas, tirando de
mi restricción. Oh, no... por favor.
Con un dedo, baja las copas de mi sostén, mis pechos se mueve hacia arriba, expuestos
y vulnerables. Inclinándose, besa y jala cada uno de mis pezones con sus labios fríos y
frescos. Peleo contra mi cuerpo mientras trata de arquearse en respuesta.
—¿Cuán bueno es esto? —susurra, soplando uno de mis pezones.

Escucho otro tintineo de hielo y luego puedo sentirlo alrededor de mi pezón derecho
mientras jala el izquierdo con sus labios. Gimo, arreglándomelas para no moverme. Es
una dulce y agonizante tortura.
—Si derramas el vino, no dejaré que te vengas.
—Oh… por favor… Christian… Señor… Por favor. —Me está volviendo loca. Lo
escucho sonreír.
El hielo de mi ombligo se está derritiendo. Estoy más que caliente: caliente, fría y
esperando. Queriéndolo, dentro de mí. Ahora.
Sus fríos dedos se mueven lánguidamente por mi estómago. Mi piel está extra sensible,
mis caderas se flexionan automáticamente y ahora el líquido más caliente de mi
ombligo se filtra hacia mi estómago. Christian se mueve rápidamente, lamiendo con su
lengua, besando, mordiéndome suavemente, chupando.
—Oh, querida Anastasia, te moviste. ¿Qué voy a hacer contigo?
Estoy jadeando fuertemente. En todo lo que me puedo concentrar es en su voz y su
roce. Nada más es real. Nada más importa, nada más se registra en mi radar. Sus
dedos se deslizan en mis bragas y soy recompensada con su descuidada bocanada de
aire.
—Oh, nena —murmura y empuja dos dedos dentro de mí.
Jadeo.
—Lista para mi tan pronto —dice él. Mueve sus dedos de un modo tentador adentro y
afuera y me presiono contra él, levantando mis caderas.
—Eres una chica codiciosa —reprende suavemente, su pulgar se mueve en círculos en
mi clítoris y luego presiona.
Gimo fuertemente mientras mi cuerpo se mueve entre sus dedos expertos. Él se inclina
hacia arriba y saca mi camisa por encima de mi cabeza, así puedo verlo mientras
pestañeo ante la suave luz de mi mesa de noche. Deseo tocarlo.
—Quiero tocarte —jadeo.
—Lo sé —murmura. Se inclina y me besa, sus dedos todavía moviéndose
rítmicamente dentro de mí, su pulgar haciendo círculos y presionando. Su otra mano
aleja mi cabello de mi rostro y sostiene mi cabeza en su lugar. Su lengua imita las
acciones de sus dedos, reclamándome. Mis piernas empiezan a tensarse mientras me empujo contra su mano. Él relaja su mano, así que regreso del borde. Hace esto una
vez y otra vez. Es tan frustrante… oh, por favor Christian, grito en mi cabeza.
—Este es tu castigo, tan cerca y sin embargo, tan lejos. ¿Es bueno? —susurra en mi
oído. Gimoteo, exhausta, frustrándome con mi restricción. Estoy indefensa, pérdida en
una tormenta erótica.
—Por favor —ruego y finalmente, él se apiada de mí.
—¿Cómo debería follarte, Anastasia?
Oh… mi cuerpo empieza a temblar. Él se queda quieto de nuevo.
—Por favor.
—¿Qué quieres, Anastasia?
—Tú… ahora —grito.
—¿Debería follarte de esta forma, de esta o de esta otra? Hay infinitas opciones —
jadea contra mis labios.

Retira su mano y alcanza un paquete de aluminio. Se arrodilla entre mis piernas y,
muy lentamente, me quita mis bragas, mirándome, sus ojos brillando. Se pone el
condón. Lo miro fascinada, anonadada.
—¿Cuán bueno es esto? —dice mientras se lo pone.
—Lo dije como una broma —lloriqueo. Por favor, folláme, Christian.
Él alza sus cejas mientras su mano se mueve hacia arriba y abajo por su impresionante
longitud.
—¿Una broma? —Su voz es amenazadoramente baja.
—Sí. Por favor, Christian —le suplico.
—¿Te estás riendo ahora?
—No —lloriqueo.
Soy sólo un nudo de tensa necesidad sexual. Me mira por un momento, midiendo mi
necesidad, luego me agarra y de repente, me da la vuelta. Me toma por sorpresa y ya
que mis manos están atadas, tengo que apoyarme en mis codos. Empuja mis rodillas
hacia la cama así que mi trasero está en el aire y me golpea fuerte. Antes de que pueda
reaccionar, se inserta dentro de mí. Lloro, por la palmada y por su repentino asalto y
me vengo instantáneamente una y otra vez, deshaciéndome dentro de él mientras continúa golpeándose deliciosamente dentro de mí. No se detiene. Estoy agotada. No
puedo seguir más… y él sigue, sigue, sigue y sigue… luego me recupero de nuevo… no
del todo… no…
—Vamos, Anastasia, de nuevo —gruñe por sus dientes apretados e, increíblemente, mi
cuerpo responde, convulsionando alrededor de él mientras llego al climax de nuevo,
gritando su nombre. Me quiebro en pequeños pedazos y Christian se detiene,
dejándome ir, silenciosamente encontrando su retiro. Colapsa encima de mí,
respirando agitadamente.
—¿Cuán bueno fue eso? —pregunta por entre sus dientes apretados.
Oh mi Dios.
Me tiendo en la cama, jadeando y agotada, mis ojos cerrados mientras él lentamente se
baja de mí. Se pone de pie inmediatamente y se viste. Cuando está completamente
vestido, sube de nuevo a la cama, suavemente libera su corbata y saca mi camisa.
Flexiono mis dedos y acaricio mis muñecas, sonriéndole al patrón impreso en mis
muñecas por la corbata. Coloco bien mi sostén mientras él levanta el edredón y me
tapa. Lo miro completamente aturdida y él me sonríe.
—Eso fue muy bueno —susurro, sonriendo tímidamente.
—Ahí va esa palabra de nuevo.
—¿No te gusta esa palabra?
—No. No me convence del todo.
—Oh… no lo sé… parece tener un efecto beneficioso en ti.
—Soy un efecto beneficioso, ¿verdad? ¿Podrías herir más mi ego señorita Steele?
—No creo que haya algo malo con tu ego. —Pero incluso cuando lo digo, no siento la
convicción de mis palabras, algo elusivo cruza por mi mente, un pensamiento fugaz,
pero se va antes de que pueda agarrarlo.
—¿Tú crees? —Su voz es baja. Está tendido junto a mí, completamente vestido, su
cabeza puesta en su codo y yo sólo estoy usando mi sostén.
—¿Por qué no te gusta que te toquen?
—Simplemente no me gusta. —Se estira y planta un suave beso en mi frente—.
Entonces, ese correo fue tu idea de una broma.
Le sonrío a modo de disculpa y me encojo de hombros.
—Ya veo. ¿Todavía estás considerando mi propuesta?
—Tu indecente propuesta… sí. Tengo unos problemas, sin embargo.
Él me sonríe como si estuviera aliviado.
—Estaría decepcionado si no los tuvieras.
—Iba a enviarte un correo, pero como que me interrumpiste.
—Coitus interruptus.
—Ves, sabía que tenías sentido del humor en alguna parte. —Sonrío.
—Sólo ciertas cosas son graciosas, Anastasia. Pensé que estabas diciendo que no, sin
discusión en absoluto. —Su voz se apaga.
—Todavía no lo sé. No me he decidido. ¿Me pondrás un collar?
Levanta sus cejas.
—Has estado haciendo investigaciones. No lo sé, Anastasia. Nunca le he puesto un
collar a alguien.
Oh… ¿debería estar sorprendida por esto? Sé tan poco sobre esas sesiones… no lo sé.
—¿Te pusieron un collar? —susurro.
—Sí.
—¿La señora Robinson?
—¡La señora Robinson! —se ríe fuertemente, libremente y se ve tan joven y
despreocupado, su cabeza cae hacia atrás, su risa contagiosa.
Le sonrío.
—Le diré que dijiste eso, lo amará.
—¿Todavía hablas con ella regularmente? —No puede alejar el impacto de mi voz.
—Sí. —Ahora su voz está seria.
Oh… y una parte de mí está locamente celosa, estoy perturbada por la profundidad de
mi sentimiento.
—Ya veo. —Mi voz es tensa—. Entonces, tú tienes alguien con quien discutir tu estilo
de vida alternativo, pero a mí no se me lo permite.

Él frunce el ceño.
—Nunca había pensado sobre eso de esa manera. La señora Robinson fue parte de mi
estilo de vida. Te lo dije, ahora es una buena amiga. Si te gustaría, podría presentarte a
una de mis antiguas subordinadas, puedes hablar con ella.
¿Qué? ¿Deliberadamente está tratando de ponerme molesta?
—¿Esa es tu idea de una broma?
—No, Anastasia. —Él está perplejo mientras niega con su cabeza seriamente.
—No… haré esto yo sola, muchas gracias —le espeto, subiendo el edredón hasta mi
barbilla.
Él me mira, sorprendido.
—Anastasia, yo… —Está enredado con las palabras—. No quise ofenderte.
—No estoy ofendida. Estoy consternada.
—¿Consternada?
—No quiero hablar con una de tus ex novias… esclavas… subordinadas… como sea
que las llames.
—Anastasia Steele, ¿estás celosa?
Me pongo color carmesí.
—¿Te quedarás?
—Tengo una reunión en el Heathman. Además, no duermo con novias, esclavas,
subordinadas o con nadie. El viernes y el sábado fueron excepciones. No pasará de
nuevo. —Puedo escuchar la determinación en su suave y ronca voz.
Frunzo los labios.
—Bueno, ya estoy cansada.
—¿Me estás echando? —Él alza las cejas, sorprendido y un poco afligido.
—Sí.
—Bueno, esa es otra primera vez. —Me mira especulativamente—. Entonces, ¿no hay
nada que quieras discutir ahora? Sobre el contrato.
—No —respondo petulante.
—Dios, me gustaría darte una buena palmada. Te sentirías mucho mejor y yo también.
—No puedes decir cosas así… todavía no he firmado nada.
—Un hombre puede soñar, Anastasia. —Se inclina y sujeta mi mentón—. ¿Miércoles?
—murmura, luego me besa suavemente en los labios.
—Miércoles —digo—. Te veré afuera. Si me das un minuto. —Me siento y agarro mi
camisa empujándolo fuera del camino. Sorprendido y reacio, se levanta de la cama.
—Por favor, pásame el pantalón.
Lo recoge del suelo y me lo entrega.
—Sí, señora. —Está tratando sin éxito de ocultar su sonrisa.
Entrecierro mis ojos en su dirección mientras me pongo los pantalones. Mi cabello es
un desastre y sé que tendré que afrontar la Inquisición Katherine Kavanagh cuando él
se vaya. Cogiendo un listón para el cabello, camino hacia la puerta de mi habitación,
abriéndola ligeramente buscando a Kate. No está en el salón. Creo que puedo oírla en
el teléfono en su cuarto. Christian me sigue fuera. Durante el corto paseo de la
habitación a la puerta delantera, mis pensamientos y sensaciones fluyen,
transformándose. Ya no estoy enfadada con él, me siento insoportablemente tímida.
No quiero que se vaya. Por primera vez, deseo que fuera normal, que quisiera una
relación normal que no necesitara de un acuerdo de diez páginas, un azotador y
mosquetones en el techo de su sala de juegos.

Abro la puerta y miro abajo hacia mis manos. Ésta es la primera vez que he tenido
sexo en mi casa y viendo como ha ido, creo que ha sido malditamente bueno. Mi
subconsciente sacude su cabeza. Querías correr hacia Heathman para tener sexo y lo tuviste
en tu propia casa. Cruza los brazos y da golpecitos con el pie con una mirada de “¿de
qué te estás quejando?” en su rostro. Christian se para en la puerta y sujeta mi barbilla,
forzando a mis ojos a encontrarse con los suyos. Su frente se arruga ligeramente.
—¿Estás bien? –pregunta dulcemente mientras su pulgar acaricia levemente mi labio
inferior.
—Sí —respondo, a pesar de que, honestamente, no estoy segura. Siento un cambio de
paradigma. Sé que si hago esto con él, saldré herida. No es capaz, no está interesado ni
dispuesto a ofrecerme nada más… y quiero más. Mucho más. La oleada de celos que
sentí hace solo un momento me dice que tengo sentimientos más profundos por él de
los que me he admitido a mí misma.
—Miércoles —confirma, se inclina hacia adelante y me besa suavemente. Algo cambia
mientras me está besando, sus labios aumentan la urgencia contra los míos, sus manos suben de mi barbilla hasta sujetar un lado de mi cabeza, la otra mano en el otro lado.
Su respiración se acelera. Profundiza el beso, acercándose a mí. Pongo mis manos en
sus brazos. Quiero pasarlas por su cabello pero me resisto, sabiendo que no le gustara.
Inclina su frente contra la mía, sus ojos cerrados, su voz forzada.
—Anastasia —susurra—. ¿Qué me estás haciendo?
—Podría decirte lo mismo —murmuro de vuelta.

Tomando una profunda respiración, besa mi frente y se marcha. Se pasea con
determinación por el camino hacia su coche mientras pasa su mano por su cabello.
Mirando hacia arriba mientras abre la puerta del coche, sonríe con su impresionante
sonrisa. Mi sonrisa de respuesta es débil, completamente deslumbrada por él y me
recuerda una vez más a Ícaro volando demasiado cerca del Sol. Cierro la puerta
principal mientras entra en su coche deportivo. Tengo unas ganas irresistibles de llorar,
triste y solitaria melancolía agarra y aprieta alrededor de mi corazón. Corriendo de
vuelta a mi dormitorio, cierro la puerta y me apoyo contra ella tratando de racionalizar
mis sentimientos. No puedo. Deslizándome al suelo, pongo mi cabeza en mis manos y
las lágrimas empiezan a caer.

Kate llama a la puerta suavemente.
—¿Ana? —susurra. Abro la puerta. Me mira una vez y lanza sus brazos a mi
alrededor.
—¿Qué está mal? ¿Que hizo ese asqueroso y guapo bastardo?
—Oh Kate, nada que no siquiera que hiciese.
Me arrastra a la cama y nos sentamos.
—Tienes pelo de sexo horrible.
A pesar de mi patética tristeza, me río.
—Fue buen sexo, para nada horrible.
Kate sonríe.
—Eso está mejor. ¿Por qué estás llorando? Tú nunca lloras. —Recupera mi cepillo de
la mesita de noche y sentándose detrás de mí, lentamente empieza a quitar los nudos.
—Solo creo que nuestra relación no va a ir a ninguna parte. —Observo mis dedos.
—¿Creo que dijiste que ibas a verle el miércoles?
—Voy a verlo, ese era nuestro plan original.
—Así que, ¿por qué ha aparecido aquí hoy?
—Le envié un correo.
—¿Pidiéndole que viniera?
—No, diciéndole que no quería verlo más.
—¿Y aparece? Ana, eres un genio.
—La verdad es que era una broma.
—Oh. Ahora estoy realmente confusa.
Pacientemente, le explico la esencia del correo sin delatar nada.
—Así que pensaste que respondería por correo.
—Sí.
—Pero en vez de eso, aparece aquí.
—Sí.
—Diría que está completamente loco por ti.
Frunzo el ceño. Christian, ¿loco por mí? Difícilmente. Solo está buscando un nuevo
juguete, un conveniente nuevo juguete que se puede llevar a la cama y al que puede
hacer cosas indescriptibles. Mi corazón se aprieta dolorosamente. Ésta es la realidad.
—Vino aquí para follarme, eso es todo.
—¿Quién dijo que el romance estaba muerto? —susurra, horrorizada. He
conmocionado a Kate. No pensé que eso fuera posible. Me encojo de hombros,
disculpándome.
—Usa el sexo como arma.
—¿Follarte en sumisión? —Sacude la cabeza con desaprobación. Parpadeo
rápidamente hacia ella y puedo sentir el sonrojo mientras se extiende por mi rostro.
Oh… en el blanco, periodista ganadora del Premio Pulitzer, Katherine Kavanagh.
—Ana, no lo entiendo, ¿tú simplemente dejas que te haga el amor?
—No, Kate, no hacemos el amor: follamos, terminología de Christian. No hace la cosa
del amor.
—Sabía que había algo raro respecto a él. Tiene problemas de compromiso.
Asiento, como aprobándolo. Por dentro, estoy triste. Oh Kate... desearía poder
contarte todo, todo sobre este hombre extraño, triste y pervertido y que pudieras
decirme que lo olvide. Detenerme de ser una idiota.
—Creo que todo es un poco abrumador —murmuro. Esa es la descripción insuficiente
del año.
Como no quiero hablar más de Christian, le pregunto sobre Elliot. Todo el
comportamiento de Katherine cambia con la mera mención de su nombre, se ilumina
desde dentro, irradiándome.
—Va a venir el sábado por la mañana para ayudar con la mudanza. —Abraza el
cepillo de pelo, el chico la tiene loca y siento una familiar y leve puñalada de envidia.
Kate ha encontrado un hombre normal y parece muy feliz.
Me doy la vuelta y la abrazo.
—Oh, quería decírtelo. Tu padre llamó mientras tú estabas… err, ocupada.
Aparentemente Bob ha sufrido alguna lesión, por lo que tu madre y él no pueden llegar
a la ceremonia. Pero tu padre estará aquí el jueves. Quiere que lo llames.
—Oh… mi madre no me ha llamado. ¿Bob está bien?
—Sí. Llámala por la mañana. Es tarde.
—Gracias, Kate. Ahora estoy bien. Llamaré a Ray también por la mañana. Creo que
simplemente voy a acostarme.
Sonríe, pero sus ojos se arrugan con preocupación.
Cuando se va, me siento y leo el contrato otra vez, escribiendo más notas mientras lo
hago. Cuando termino, enciendo el portátil, preparada para responder.
Hay un correo de Christian en mi bandeja.
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De: Christian Grey
Asunto: Esta tarde
Fecha: 23 Mayo 2011 23:16Fifty Shades of Grey E.L. James
201
Para: Anastasia Steele
Señorita Steele:
Estoy deseando recibir sus notas sobre el contrato.
Hasta entonces, duerme bien nena.
Christian Grey
Gerente General, Grey Enterprises Holdings Inc.
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De: Anastasia Steele
Asunto: Problemas
Fecha: 24 Mayo 2011 00:02
Para: Christian Grey
Estimado señor Grey:
Aquí está mi lista de problemas. Espero poder discutirlas más en detalle en la cena del miércoles.
Los números se refieren a las cláusulas:
2. No entiendo por qué es solamente para MI beneficio: esto es para explorar MI sensualidad y
límites. ¡Estoy segura de que no necesitaría un contrato de diez páginas para hacer eso!
Seguramente es para TÚ beneficio.
4. Como ya sabes, eres mi único compañero sexual. No tomo drogas y no he tenido ninguna
transfusión de sangre. Probablemente soy segura. ¿Qué hay de ti?
8. Puedo terminar el contrato en cualquier momento en el que piense que no te estás adhiriendo a
los límites pactados. Bien… me gusta esto.
9. ¿Obedecerte en todo? ¿Aceptar sin vacilar tu disciplina? Tenemos que hablar sobre esto.
11. Un mes de prueba. No tres.
12. No puedo comprometerme cada fin de semana. Tengo una vida o tendré una. Puede que ¿tres
de cuatro?
15.2. Usar mi cuerpo como tú creas para satisfacerte sexualmente o de cualquier otro modo… por
favor, define “de cualquier otro modo”.
15.5. Toda esta cláusula de disciplina. No estoy segura de que quiera ser fustigada, azotada o
castigada físicamente. Estoy segura de que esto estaría violando las cláusulas 2-5. Y también “por
cualquier otra razón”. Eso es mezquino y me dijiste que no eras un sádico.
15.10. Como si alquilarme a alguien más pudiera ser alguna vez una opción. Pero me alegro de
que lo dejes en claro.
15.14. Las Reglas. Comentaré eso después.
15.19. Tocarme sin tu permiso. ¿Cuál es el problema aquí? Sabes que de todos modos no lo hago.
15.21. Disciplina. Por favor, mira la cláusula 15.5 arriba.
15.22. ¿No puedo mirarte a los ojos? ¿Por qué?
15.24. ¿Por qué no puedo tocarte?
Reglas
Sueño: aceptaré las 6 horas.
Comida: no voy a comer lo que diga una lista pre escrita. O se va la lista o me voy yo, rompe
acuerdos.
Ropa: mientras sólo tenga que llevar tu ropa cuando estoy contigo… bien.
Ejercicio: acordamos 3 horas, aquí todavía pone 4.
Límites suaves: ¿Podemos pasarnos esto? No puñetazos, de ningún tipo. ¿Qué es suspensión?
Pinzas genitales… tienes que estar tomándome el pelo.
¿Puedes, por favor, decirme el plan para el miércoles? Voy a trabajar hasta las 5 esa tarde.
Buenas noches.
Ana
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De: Christian Grey
Asunto: Esta tarde
Fecha: 24 Mayo 2011 00:07
Para: Anastasia Steele
Señorita Steele:
Ésa es una larga lista. ¿Por qué todavía estás levantada?
Christian Grey
Gerente General, Grey Enterprises Holdings Inc.
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De: Anastasia Steele
Asunto: Quemando el aceite de medianoche
Fecha: 24 Mayo 2011 00:10
Para: Christian Grey
Señor:
Si hace memoria, estaba revisando la lista cuando fui distraída y llevada a la cama por un friki
del control que pasó por aquí.
Buenas noches.
AnaFifty Shades of Grey E.L. James
204
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De: Christian Grey
Asunto: Deja de quemar el aceite de medianoche
Fecha: 24 mayo 2011 00:12
Para: Anastasia Steele
VETE A LA CAMA ANASTASIA.
Christian Grey
Gerente General & Friki del Control, Grey Enterprises Holdings Inc.
Oh... ¡mayúsculas que gritan! Apago la máquina. ¿Cómo puede intimidarme cuando
está a nueve kilómetros de distancia? Niego con la cabeza. Con mi corazón todavía
pesado, trepo a la cama y caigo instantáneamente en un profundo pero inquieto sueño.

13 comentarios:

  1. Pero que manipulador es ... Osea calmate Grey

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  2. Yo le hubiera respondido: No (como otra broma)

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  3. Jajaj q malo es nonono xD el solo ve su beneficio u.u nose vale .. el fue un sumiso xD

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  4. Jajaj q malo es nonono xD el solo ve su beneficio u.u nose vale .. el fue un sumiso xD

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  5. esta re loco este pibe!!!! la usa. pobre anastasia

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  6. Hasta ahora parece que la quiere usar. No se, yo le diria que NO y que se valla a la mier**. Que se mate a pajas a au nombre, tanto que la decea JAJAJAJA

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  7. Por lo menos creo que Christian se esta enamorando de Ana :3

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  8. Aguante el sumiso.joder anastacia se ha metido en esto y no critiqueis al pobre christian grey

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  9. hay quisiera ser ana ! pero a la vez me identifico tanto con ella... timida inexperta pero cristhian enamora a cualquiera

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  10. por dios quien usa el sexo para vengarse???

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