Stephanie Meyer
El sanador se llamaba Fords Deep Waters. (Vado Aguas Profundas HAHAHAHAHA, en serio en mi libro así dice LOL)
Como era un alma, por naturaleza era todo lo
bueno que se puede ser: compasivo, paciente, honrado, virtuoso, y estaba lleno
de amor. La ansiedad era una emoción desconocida para él.
La irritación le era aún más extraña. Sin
embargo, Fords Deep Waters vivía dentro de un cuerpo humano, y por ello le
resultaba inevitable irritarse en ocasiones.
Los susurros de los estudiantes del sanador
zumbaban en la esquina más lejana de la sala de operaciones, así que apretó los
labios hasta formar con ellos una fina línea. La expresión parecía fuera de
lugar en una boca que sin duda era mucho más proclive a la sonrisa.
Darren, su asistente personal, observó su mueca y
le palmeó el hombro.
-Simplemente están mostrando curiosidad, Fords
-comentó en voz baja.
-Una inserción no es un procedimiento interesante
ni supone desafío alguno. Cualquier alma de la calle podría llevarla a cabo en
caso de emergencia. -Fords se sorprendió al darse cuenta de que había empleado
un tono de voz crispado, lo que no era habitual en él-. - Por mucho que miren,
no van a aprender nada en el día de hoy.
-Nunca habían visto un ser humano adulto antes
-repuso Darren.
Fords alzó la ceja.
-¿Están ciegos cuando se miran los unos a los
otros?
¿Es que no tienen espejos?
-Ya sabes a lo que me refiero, a un hombre
salvaje, a uno desprovisto de alma, a uno de los insurgentes.
El sanador miró el cuerpo inconsciente de la
chica que yacía boca abajo en la mesa de operaciones. La pena le inundó el
corazón mientras recordaba el estado en el que se encontraba ese pobre cuerpo
destrozado cuando los buscadores la habían traído al Servicio de Sanación. Qué
dolor tendría que haber sufrido!
Claro que ahora ya estaba bien, completamente
curada.
Él ya se había ocupado de eso.
-Su aspecto es igual al nuestro -le susurró Fords
a Darren-. Todos nosotros tenemos rostros humanos, y también será una de
nosotros cuando se despierte.
-Les parece emocionante, eso es todo.
-El alma que vamos a implantar hoy merece demasiado
respeto como para tener a toda esa gente mirando embobada de ese modo el cuerpo
de su anfitriona. Ya va a tener mucho a lo que enfrentarse durante la
aclimatación. No es buena idea hacerla pasar por esto.
Con «esto» no se refería a su exposición a la
curiosidad de los estudiantes. Fords sintió que el tono de su voz se había
endurecido de nuevo. Darren volvió a pa1mearle la espalda.
-Todo saldrá bien. La buscadora necesita
información y ...
Al oír la palabra «buscadora», Fords lanzó una
mirada a Darren que sólo podía describirse como hostil. Éste pestañeó
sorprendido.
-Lo siento -se disculpó Fords con rapidez-. No
quería reaccionar de manera tan negativa. Es simplemente que temo por esta
alma.
Dirigió los ojos al criotanque situado junto a la
mesa. La luz era constante, de un rojo mate, lo que indicaba que estaba ocupado
y que tenía activado el modo de hibernación.
-El alma en cuestión ha sido especialmente
escogida para este objetivo -dijo Darren con voz tranquilizadora-. Se trata de
un ser excepcional entre los de nuestra especie, más valiente que la mayoría.
Sus vidas hablan por sí mismas. Creo que se habría ofrecido voluntaria si
hubiera sido posible preguntarle.
-¿Quién de nosotros no se habría presentado
voluntario si se le pidiera hacer algo por el bien de todos? Pero ¿es realmente
ése el caso? ¿Así se sirve de verdad al bien común? La cuestión no es su buena
disposición, sino si es correcto pedirle a un alma que soporte eso.
Los estudiantes de Sanación estaban discutiendo
también sobre el alma hibernada. Fords podía escuchar con claridad los
murmullos; las voces subieron de volumen a causa del entusiasmo.
-Ha vivido en seis planetas.
-Yo había oído que en siete.
-Escuché también que no había vivido dos ciclos
vitales en la misma especie anfitriona.
-¿Es eso posible?
-Ha estado en casi todas partes. En una flor, un
oso, una arana ...
-En un alga, un murciélago ...
-¡Incluso en un dragón!
-No me lo puedo creer ... ¿ En siete planetas?
-Al menos siete. Comenzó en el Origen.
-¿ De verdad? ¿ En el Origen?
-¡Calma, por favor! -exclamó Fords-. Si no son capaces
de observar con profesionalidad y en silencio, tendré que pedirles que se
marchen.
Avergonzados, los seis estudiantes se quedaron
callados y se separaron unos de otros.
-Continuemos con esto, Darren.
Todo estaba ya preparado. Habían depositado las
medícinas apropiadas alIado de la chica humana, cuya larga melena negra se
hallaba recogida bajo un gorro quirúrgico, lo que dejaba al descubierto un
esbelto cuello. Profundamente sedada, respiraba lentamente. Su piel tostada por
el sol apenas mostraba restos del. .. accidente.
-Por favor, Darren, comienza la secuencia de
descongelación.
El asistente de pelo gris estaba ya delante del
criotanque con la mano posada sobre los mandos. Retiró el seguro y giró la
rueda del interruptor hacia abajo. La luz roja que había en la parte superior
del pequeño cilindro gris comenzó a titilar, emitiendo destellos con más
rapidez conforme pasaban los segundos y cambiando de color.
Fords se concentró en el cuerpo inconsciente.
Practicó una incisión con el escalpelo a través de la piel hasta la base del
cráneo con movimientos controlados y precisos; después, pulverizó la zona con
la medicación que frenaba el flujo excesivo de sangre antes de ampliar la
herida. Hurgó con delicadeza bajo los músculos del cuello procurando no
dañarlos y expuso a la vista los huesos pálidos de la parte superior de la
columna vertebral.
-El alma está preparada, Fords -informó Darren.
-Yo también. Tráela.
Fords percibió a su lado la presencia de Darren y
supo sin necesidad de mirar que su asistente estaría preparado, con la mano extendida
y esperando; llevaban trabajando juntos muchos años ya. El sanador mantuvo la
herida abierta.
-Enviémosla a casa -susurró.
La mano del ayudante apareció ante su vista con
el resplandor plateado de un alma en pleno despertar en su palma ahuecada.
Fords jamás había contemplado un alma expuesta
sin sentirse conmovido por su belleza.
El alma relumbró bajo las luces intensas de la
sala de operaciones con un fulgor más intenso que el brillante escalpelo que
sostenía en la mano. Se retorcía y ondulaba como un lazo viviente, estirándose,
feliz de verse libre del criotanque. Llevaba unas mil adherencias finas,
plumosas, que fluctuaban con suavidad, como si fueran pálidos cabellos
plateados. Aunque todas las almas le resultaban encantadoras, a Fords Deep Waters
ésta le pareció especialmente grácil.
No fue el único en experimentar esa reacción:
percibió el suave suspiro de Darren y escuchó los murmullos de admiración de
los estudiantes.
Con suma delicadeza, Darren colocó la pequeña y
relumbrante criatura dentro de la abertura que Fords había practicado en el
cuello humano. El alma se deslizó con suavidad dentro del lugar que le había
procurado y se entrelazó con aquella anatomía extraña. Fords admiró la
habilidad con la que tomó posesión de su nuevo hogar. Algunas de sus
adherencias se enroscaron con fuerza en el sitio correcto, alrededor de los
centros nerviosos, mientras que otras se estiraban y profundizaban hasta donde
ya no podía verlas, por debajo y hacia el interior del cerebro, donde se
encuentran los nervios ópticos y los canales auditivos. Era muy rápida, y sus
movimientos muy seguros. Pronto sólo quedó a la vista un trozo de su cuerpo
reluciente.
-Buen trabajo -le susurró, aunque sabía que ella
no podía oírle. La chica humana era la única que tenía oídos y aún dormía
profundamente.
Terminar el trabajo era ya cuestión de rutina.
Limpió y cerró la herida aplicando el ungüento que sellaría la incisión y
cubriría el alma; después esparció el polvo que facilitaba la cicatrización
sobre la línea que había quedado en el cuello.
-Perfecto, como siempre --comentó su asistente,
el cual, por alguna razón incomprensible para Fords, nunca había querido
cambiarse el nombre de su anfitrión humano, Darren.
Fords suspiró.
-Lamento el trabajo hecho en el día de hoy.
-Sólo cumples tu deber de sanador.
-Pero ésta es la única ocasión en que la sanación
se convierte en realidad en un daño.
Darren comenzó a limpiar el área de trabajo. No
parecía tener una respuesta apropiada. Fords estaba cumpliendo con su vocación,
y eso era suficiente para él.
Pero no para Fords Deep Waters, que era sanador
hasta lo más profundo de su ser. Observó con ansiedad el cuerpo de la hembra
humana, sereno en su profundo sueño: sabía que esa paz se vería alterada en
cuanto despertara. El alma inocente que había insertado en ese cuerpo tendría
que soportar todo el horror del final de la joven.
Mientras se inclinaba sobre la humana y le
susurraba al oído, Fords deseó fervientemente que el alma que habitaba dentro
pudiera escucharle.
-Buena suerte, pequeña viajera, buena suerte.
¡Cuánto desearía que esto fuera innecesario!
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